Relevamiento de experiencias traumáticas en la infancia y adolescencia de estudiantes

Sad boy sits alone.

La organización no gubernamental Creer Sí y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Sur presentaron este miércoles 8 un informe estadístico sobre el padecimiento de abusos sexuales y otras experiencias traumáticas de estudiantes de la institución educativa durante sus infancias y adolescencias.

A través de un cuestionario, entre 2019 y el año pasado Creer Sí recabó datos. La irrupción de la pandemia de COVID-19 forzó la interrupción de la encuesta, que la organización recién pudo retomar en 2022.

El relevamiento incluyó a 534 estudiantes del primer año de Abogacía, Arquitectura, Licenciatura en Turismo, Bioquímica, Contador Público y las Ingenierías Química, Industrial, Agronómica y en Sistemas de Información. En todos los casos, se tomó el mismo porcentaje: 15% de cada matrícula.

El diseño del cuestionario planteó un modo gradual de abordaje, consultando primero por hechos contextuales -como problemas económicos o violencia social- para pasar luego a interrogantes sobre hechos traumáticos puntuales. Con ello, se consiguió que un alto porcentaje -el 92%- de los cuestionarios fueran completados en su totalidad.

Las respuestas recogidas se volcaron a una base de datos. En esa tarea trabajaron Valentina Viego y Juan Herlein, del Departamento de Economía de la UNS, a partir de una articulación facilitada por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la institución.

Clelia Severini, licenciada en Trabajo Social, trazó un análisis tomando como antecedente y marco lo desarrollado por el Programa de Investigación Infancia Maltratada, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Severini y Viego participaron del panel que este miércoles 8 presentó el informe final. Las acompañaron la trabajadora social Daiana Brandán, también de Creer Sí, y el subsecretario de Derechos Humanos de la UNS, Claudio Gallegos.

Los principales resultados

De las personas encuestadas, casi el 85% eran menores de 21 años al momento de responder, alrededor del 90% no trabajaban y un porcentaje similar residía en Bahía Blanca.

La indagación por situaciones problemáticas de contexto arrojó que el 25,9% debió colaborar con el mantenimiento del hogar, el 5,67% padeció falta de alimentos y el 2,48% refirió haber perdido su vivienda. Un porcentaje menor, pero significativo por tratarse de estudiantes de educación superior, relató haber tenido que abandonar la escolaridad en algún momento de su trayecto: 0,76%.

En relación a situaciones de maltrato, 24,3% de las personas encuestadas marcó haber sufrido castigos, 15,6% acusaron ser víctimas de abusos y 14,1% refirieron negligencia, descuido o abandono:

  • entre los castigos, es especialmente alto el registro de torturas (65,9% de las respuestas) y cachetadas (59,5%), siendo ambos ítems no excluyentes;
  • 81 de cada 100 personas que manifestaron haber sufrido abusos indicaron que se dieron en forma de manoseos, 41,8% como propuestas sexuales, 10,1% en coito y 8,9% como sexo oral;
  • el descuido se dio en abandono afectivo (72,9%) y negligencia en salud (32,9%).

Las marcas del maltrato

El relevamiento de Creer Sí también indagó en los sentimientos despertados por las situaciones vividas. De ese modo, se registró que

  • el abandono produjo enojo y angustia;
  • en los castigos, a esos sentimientos se añade el miedo, reportado en el 45% de quienes los sufrieron;
  • entre las personas que padecieron abusos, la gama de sentimientos resultantes incluye a los anteriores y añade la vergüenza.

En relación al periodo de inicio de las situaciones reseñadas, el promedio se ubica en la edad de 10 a 12 años. La excepción es el padecimiento de carencias materiales -alimentos, ropa o la misma vivienda- o castigos físicos, cuyo inicio tiende a ser más temprano.

Radiografía del abuso

Más de un tercio de los abusos referidos tuvieron como victimario a un familiar de la víctima, un 25,3% a un conocido y un 27,8% a un extraño.

Entre quienes reconocieron haber sufrido abusos, el 62% no pidió ayuda y el 10% la solicitó, pero no tuvo respuesta. Quienes no la requirieron aludieron a que fue por vergüenza, miedo, temor a que no les creyeran, o por no saber que estuviera mal o fuera grave.

La brecha de género en este apartado es elocuente: los casos de abuso son casi diez veces mayores en mujeres que en varones. También en los descuidos se verifica una disparidad, siendo casi el doble de perjudicial para las mujeres. En los castigos, las diferencias son menores, pero las mujeres tienen un 40% más de chances de haber sufrido esa forma de violencia durante la infancia.

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